San Valentín es una fecha ideal para revivir los tradicionales Pañuelos de Amor bordados originarios del norte de Portugal, que pueden encontrarse en muchas tiendas de suvenires portuguesas.
Estas encantadoras telas, y todos los productos inspirados en ellas, solían tener una función importante en la vida romántica de los habitantes de Minho.
Los portugueses usaban estos bordados de amor como expresión pública de su compromiso. Estos pañuelos, usados como una tarjeta de San Valentín, se diseñaban para preguntar a su amado: "¿Quieres ser mío?", y podían enviarse en cualquier momento del año, no sólo el día de San Valentín.
Cuando una chica llegaba a la edad de casarse y se enamoraba de un joven, le bordaba un Pañuelo de Amor. Los diseños que elegía, eran símbolos románticos de su posible futura relación, con mensajes o poemas en el que declaraba su amor a su pretendido.
Si dicho joven lucía el pañuelo recibido en público, era muestra de que dicho amor era compartido. El joven recién comprometido hacía saber a las mujeres solteras que estaba fuera del mercado llevando su Pañuelo de Amor alrededor del cuello o en el bolsillo de su chaqueta, especialmente en acontecimientos importantes como celebraciones y ferias.
Si no lo hacía, la mujer que había confeccionado el pañuelo debía buscar un nuevo potencial matrimonio.
La práctica de bordar pañuelos con mensajes devocionales comenzó entre los aristócratas en el siglo XVII, pero en el XVIII este ritual de corte ya se había extendido y pasó a formar parte de la cultura popular.
Los diseños se hicieron cada vez más coloridos y, a pesar de los muchos errores ortográficos, los pañuelos eran brillantes, alegres y bonitos.
Aunque el cortejo ha evolucionado con el tiempo, el oficio de confeccionar estos preciosos pañuelos sigue vivo, sobre todo en el norte de Portugal. Existe incluso un comité que evalúa los pañuelos según diversos criterios, como motivos, hilos, tamaño, colores y errores ortográficos, y si cumple ciertas especificaciones, se certifica como artesanía autorizada.
La anual feria nacional de artesanía de Vila do Conde, al norte de Oporto, que se celebra de julio a agosto, suele tener algunos de los mejores ejemplares para contemplar o, mejor aún, comprar.
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